La Promesa

El camino oscuro sobre los márgenes del corazón del mundo tomó muchas vidas de la compañía que hace meses escapó de Hasti Laatus. Seres oscuros y desafíos propios de la caverna profunda obstaculizaron el camino hacia la promesa. Sin conocer el rumbo, el descontento comenzaba a cundir entre el grupo. Las drapas de Orgald trataban de sostener la moral pero contra el hambre y la fatiga la tarea era por demás difícil. La oscuridad le susurraba a cada uno de ellos, sus vientos de desesperación los encerraban. Los roces no tardaron en llegar y junto con ellos las preguntas asomaron: “¿Por qué accedimos a esta promesa? ¿Por qué no nos quedamos en el templo de Kidris?”

En uno de los infinitos túneles o caminos de las profundidades, el grupo se encontró caminando sobre un pequeño río, hacia alguna dirección. El paisaje de rocas, tierra y corrientes húmedas no ayudaba a luchar contra las semillas de odio que la oscuridad trataba de instalar en sus mentes y corazones.

//Creo, que fueron nuestros corazones los que nos mantuvieron con firmeza. Nuestra mente ya estaba en sus últimos momentos// - confió Ganric tiempo después.

En el momento de mayor desesperación, el joven Derwick interrumpió las mentes de sus compañeros. ¡Miren! – Exclamó. Y señaló el lado izquierdo del camino. Ganric, ganó en iniciativa y se acercó. Ya sin luchar contra el campo antimagia, pudo aumentar la intensidad de su luz mágica con facilidad. Subió sobre unas rocas y estiró su mano y la pasó sobre la piedra debido a que unos pequeños puntos de brillo muy tenue le llamaron la atención. El hallazgo iluminó la cara de todos. La esperanza incluso en el corazón más oscuro floreció. Glodin, se adelantó junto a Garnic. ¡Como no pude verlo! – confesó arrodillandose. Rezó a sus dioses mirando hacia arriba. Rezó a Altiof. 

Mientras tanto Ganric conjuró un viento débil para correr la tierra que cubría la extraña figura, el reflejo de la luz inundó de inmediato el pequeño espacio y todos pudieron apreciar de igual forma aquello que se presentó ante ellos. De color negro carbonífero y vetas marrones y rojizas un enano guardián inmóvil se erguía ante el grupo confundiéndose con la piedra. La estatua del enano guerrero yacía indemne. En sus manos tenía un hacha de batalla y a sus pies como una prolongación de la propia caverna un escudo de oro que reflejaba la luz de Ganric. La erosión de la caverna no había podido mellar el trabajo enano. La barba y el rudo aspecto de la estatua se conservaban como si el mismo Altiof hubiese solicitado hacerla ese día. La mirada del enano parecía clavarse en los ojos de Yuser. Esta se adelantó y puso una mano sobre el hombro de Glodin. Con lágrimas en los ojos miró a todos y dijo: “¡Este es un guardián de las puertas enanas, Torfat Escudo de Oro. Por aquí es el camino que nos llevará a Glorkral!”. 

• Yuser, dijo Sigfrid, en honor a mis maestros, te reafirmo mi promesa. Liberaremos a Glorkral de la maldición. 

• ¡No esperemos más entonces! ¡Agradezcamos a nuestros dioses esta brillante señal! Y encaminemos a cumplir la promesa realizada. Así dijo Glodín poniéndose de pie y omando la mano de Yuser subieron las escaleras que protegía el enano.

Los paladines hablaron de la gesta que estaban por realizar infundiendo ánimo en sus compañeros. La esperanza los envolvió a todos a medida que subían las escaleras que protegía el enano con su escudo brillante. Incluso Ceredan se permitió disfrutar de esa emoción. Y en su interior agradeció al enano de escudo de oro por darles otra oportunidad. Y se repitió para sus adentros. “Quizá pueda tener otra oportunidad. Otro camino. Otra oportunidad. ¡Si!”. Y con una sonrisa en su rostro dijo “gracias” en palabras arcanas cuando pasó cerca de la estatua. Ralminiarrak lo escuchó. Comprendió, se acercó y le dijo: “Ceredan, creo que se me ocurrió como cocinar el murciélago de caverna de otra forma, me parece que en vez de poner ese polvo de musgos cuando está hirviendo debería probar….”. Ceredan lo miró, y pensó “otra oportunidad para mí”, le sonrió y por primera vez lo escuchó. Ganric fue el último en subir. Y con él se fue la luz. 

El escudo siguió brillando.

The dark path over the fringes of the heart of the world took many lives from the company that escaped from Hasti Laatus months ago. Dark beings and challenges from the deep cavern stood in the way of the promise. Without knowing the course, discontent began to spread among the group. Orgald's drapes tried to maintain morale but against hunger and fatigue the task was extremely difficult. The darkness whispered to each of them, its winds of despair enclosing them. The frictions were not long in coming and along with them the questions arose: “Why did we agree to this promise? Why don't we stay at the Kidris temple?"

In one of the endless tunnels or paths of the deep, the group found themselves walking over a small river, heading in some direction. The landscape of rocks, dirt, and wet streams didn't help fight the seeds of hatred that the dark tried to plant in their minds and hearts.

//I think, it was our hearts that kept us strong. Our mind was already in its last moments// - Ganric confided some time later.

    In the moment of greatest despair, young Derwick interrupted the minds of his companions. Look! – He exclaimed. And he pointed to the left side of the road. Ganric, gained initiative and approached. No longer fighting the anti-magic field, he was able to increase the intensity of his magic light with ease. He climbed over some rocks and reached out his hand and passed it over the stone because a few small points of very faint brightness caught his attention. The discovery lit up everyone's face. Hope even in the darkest heart blossomed. Glodin stepped forward beside Garnic. How could I not see it! – He confessed kneeling down. He prayed to the gods of him looking up. He prayed to Altiof.

Meanwhile Ganric conjured a weak wind to blow away the earth that covered the strange figure, the reflection of the light immediately flooded the small space and everyone could appreciate what was presented to them in the same way. Carboniferous black in color with brown and reddish streaks, a motionless guardian dwarf stood before the group, blending into the stone. The statue of the dwarf warrior lay unscathed. In his hands was a battle ax and at his feet, like an extension of the cavern itself, a golden shield that reflected Ganric's light. The erosion of the cavern had not been able to dent the dwarven work. The statue's beard and rough appearance were preserved as if Altiof himself had requested to make it that day. The dwarf's gaze seemed to lock onto Yuser's eyes. This she stepped forward and put a hand on Glodin's shoulder. With tears in her eyes she looked at everyone and said, "This is a dwarven gatekeeper, Torfat Goldshield. This is the path that will lead us to Glorkral!"

- Yuser, Sigfrid said, in honor of my teachers, I reaffirm my promise to you. We will free Glorkral from the curse.

- Let's not wait any longer then! Let us thank our gods for this brilliant sign! And let's move to fulfill the promise made. So said Glodin, standing up and holding Yuser's hand, they went up the stairs that the dwarf protected.

The paladins spoke of the feat they were about to accomplish, inspiring encouragement in their companions. Hope enveloped them all as they climbed the stairs that the dwarf protected with his glowing shield. Even Ceredan allowed himself to bask in that excitement. And inside of him he thanked the gold-shielded dwarf for giving them another chance. And he repeated to himself. “Maybe he can get another chance. Another way. Another chance. Yes!". And with a smile on his face he said "thank you" in arcane words as he passed by the statue. Ralminiarrak listened to him. He understood, approached her and said: "Ceredan, I think it occurred to me how to cook the cave bat in another way, it seems to me that instead of putting that moss powder when it is boiling I should try...". Ceredan looked at him, and thought “another chance for me”, she smiled at him and for the first time she heard him. Ganric was the last to go up. And with him went the light.     The shield continued to glow.