Shevareth

    Communication among many members of the Company had improved thanks not only to many days of wandering but due to the contingencies which demanded from them to understand each other. The step to the balcony made them bend over a deep pit, maybe the deepest they had ever seen till then, from the terrace on which they stood they could stare at a couple of platforms that connected each other through its sides thanks to a couple of tiny salient that enabled to resume the walking standing on a small corridor with many old rungs, some of which were natural rock, others, manufacture. They all stared at each other doubtfully, feeling unable to overcome that obstacle. Lighted up by weak torches and longing for the use of magic banned then by the whopping anti-magic field, they did not decide what to do till Nippur, who stepped forward on the salient protrusion. Not everyone could stick his head out and behold the deed the monk was performing and to many, it was undoubtedly better not to do it. Nippur, unminding his step, lost control, slipped, and fell into the void. 

    The company was petrified for a couple of instants due to the sudden event. Unable to help it, doubts about resuming the march were raised. Debate broke out gradually. Many didn´t feel like facing that kind of obstacle, but the truth is that the fear of holt made them react to face the challenge for days before them was the city of Hasti Laatus whose slave traders were still after them. The following attempt they made with ropes set to prevent them from falling. Slowly they made it from one balcony to another, probing their technique efficiently. Through every single opening they made it hard and with fear, they found arches in passages with diverse inscriptions about past deeds, prayers, or mentions of Raymur. Trying to crack one of them, Dazin activated a trap which explosion cast him into an endless gorge. Another member of the group fell into the jaws of the insatiable abyss. The passages, besides being full of traps, were rustically decorated. In one of the rooms, there were statues of Mereth and Raymur. Other carpets had designs of Raymur and his saint on them. Through one of the lowest balconies, they made out a wide room with many torches. They went across the last balconies dodging many traps and hardships before they decided to enter one of the rooms not overseeing the gadgets they found in their ways such as a font or exorcism representations.     

    After roaming they made it to an illuminated vast chamber. Walking around the place they found eleven cells from which one of them suggested having been forced. Before they opened it they checked the other side of the room on which there was an altar. To get to it they surrounded a pit in which there was a horrible creature they preferred to avoid. They walked carefully and came to the other corner. An altar to Raymur was there, the god of healing. Doing some research they found a false bottom under one of the altar’s millstones where there were scrolls and books. Many of them were written in what seemed to be an elfish language known as drow. Ralminiarrak read one of the pages to try to understand that unknown language.  

    Finally, they opened a cell door which to their surprise, was a creature inside. A humanoid figure, three meters tall appeared as long as they approached the torch at the end of the cave. The sulfur smell on the walls was unbearable and among other stinking smells, they turned the room sickening. The pale light let the figure be seen. His narrow and flat face with prominent cheekbones betrayed his nature. It was a devil. His back members, four hands and the front ones like goat legs, were held by what looked like heavy silver chains. But his mouth was free. 

-Welcome adventurers- hissed he. With every word, he said some sulfur smell seemed to emerge. Before our sight, he shook his black copper brown hips.

-Who are you?- asked Glodin, while he held his weapon.

-Every question has its price- said the devil with a dark smile that let a sort of mark on his tongue be seen that they weren´t able to identify due to the lack of distance and light. 

    The need for information that could enable them to know where they were and what to do among other worries, made many decide to enter the cell and talk to the creature, even against all reservations Ralminiarrak had about it when he told everyone regarding the creature´s nature, Logokron´s. Many members of the company, disregarding the warnings, dared to enter the cell and have their own questions answered. Those were Sarali, Bongun, Ceredan, Siegfried and Ralminiarrak. They all left the gathering disturbed, feeling dizzy and about to throw up, except for the wizard who said that despite not having agreed on anything with the devil, his name had been told to him: Shevareth. Bongun, collecting himself took a look at Yuserd and she smiled back at him. – I´m familiar with the path Yuserd, I know how to get to Grokral!- The dwarf lady´s excitement was evident in her damp eyes while she wept tears of joy. Bongun showed everyone which path to take to leave that tunnel´s net.




La Prisión de los Diablos


    Los interminables resquicios del infraoscuro nos guían por pasadizos que van por debajo, por arriba, algunos circulares ascendentes y otros descendentes para terminar en el mismo sitio. El desplazamiento siempre es difícil, las caminatas son largas y ásperas. La caverna nos lleva a un pasaje de codos y salientes para presentarnos un sistema de balcones que se comunican entre sí por una estrecha cornisa encadenada. En el primer cruce de balcón a balcón Nippur de Agrias cae al vacío. La profundidad de la caída y la falta de eco en su interior nos llama al silencio. 
    Ya en la seguridad del otro balcón la tristeza invadió a todos, pero no se pudo hacer más que continuar. Por delante no espera el pasadizo sostenido por algunos arcos artificiales, uno de ellos con una leyenda que dice: “El camino hacia la verdad”. Las paredes de este túnel dan la sensación de haber sido trabajadas, en ellas encontramos un grabado en el que se representa la lucha entre ángeles extraños y seres malvados de otros planos. Dazin cruzó el arco contiguo con la siguiente leyenda: "El laberinto del dolor" para acercarse al muro e inspeccionar todo ese lienzo pero lamentablemente activó una trampa de fuego. Fue tan fuerte la explosión que lo empujó a las profundidades de la garganta. Nada hubo por hacer. Las pérdidas de la compañía eran y son trágicas. Todos son momentos muy duros. Pero no podíamos quedarnos quietos. Avanzamos por un codo y nos cruzamos con una efigie de Mereth y otra de Turok. Frente a nosotros sobre la izquierda había una pila bautismal y un corredor. Nos decidimos avanzar por el corredor y dejar la pila atrás, de pronto ese pasillo se volvió un piso flotante que rechinaba y a medida que dábamos pasos se escuchaban lamentos y quejidos y al poco tiempo comenzaba a caer una lluvia de sangre. Al terminar ese pasillo una figura de Raymur cubría el techo de la sala contigua. A su lado había grabados de Mereth y Raymur con coronas de espinas haciendo un exorcismo a un humanoide. Al cruzar por una sala con arcos que salían de diversas salientes de rocas activamos una trampa y una lluvia de espinas de plata nos sorprendió. Corrimos para protegernos hacia el balcón que teníamos por delante y pasamos con temor otra arcada. Pero en esta oportunidad observamos que se trataba de un arco tallado con pasión y se encontraba ornamentado por una corona de espinas de plata forjadas estas últimas con mucha destreza. Desde lo alto del balcón observamos una sala con antorchas plateadas, unas manos talladas en representación del símbolo de Raymur y un altar dedicado al mismo dios, por último mesas con pedazos de cuerpos y un foso.
    Pero para acceder allí debíamos pasar varias veces por la estrecha cornisa. Así fue que regresamos a los túneles que habíamos pasado y nos dirigimos al siguiente balcón donde un nuevo arco nos esperaba con la siguiente inscripción: “El reino de los cielos se abre ante el alma pura”, como el anterior túnel, éste hacía un codo y nuevamente se dirigía a la garganta para salir a la cornisa mediante la cual, luego de transitar, llegamos a otro balcón en el que vemos un grabado de Raymur rechazando diablos. En el próximo pase de balcón por la cornisa el siguiente arco cita al libro de las revelaciones del mismo dios. Bajando a otro nivel, nuestra compañía continúa explorando, en esta oportunidad cruzamos un arco con un grabado de un ser encadenado que no podía interpretarse más porque está derrumbado. En el silencio de toda esa instalación bajamos la guardia y nos sorprendieron unos bichos con una luz singular, por suerte no pasó a mayores y nos deshicimos de ellos. Aparentemente los grabados representan un ciclo que estamos por concluir, porque el próximo grabado que pasamos en el próximo arco, un piso por debajo nuestro, representa un minotauro encadenado a un círculo con estelas y detrás de él dice: “El dolor te liberará”. Del lado derecho de ese arco hay un cuenco con un líquido ocre viscoso en cuya pila estaban las siguientes inscripciones “Lava tu cuerpo, purifica tu alma”. La compañía, todos nosotros, no sabemos descifrar dónde estamos, o qué es todo esto. El próximo descenso nos topó con un grabado de Raymur guiando gente. Y posteriormente en el siguiente descenso en otro arco leímos: “Sólo a partir de la oscuridad podrán llegar a la luz”. El siguiente arco presentó una figura conocida por algunos, se trataba de Mereth, un santo exorcista de Raymur, realizando justamente un exorcismo. El último grabado que vimos decía “Dejarás la vida, dejarás la piel, dejarás los huesos, dejarás el alma”, para dar lugar a un túnel por el cual nos adentramos a la gran sala de antorchas de plata.
En la sala hay celdas con distintos dibujos o patrones que aparentemente son protecciones contra los diablos. En Las celdas hay, arrancando desde la derecha:(a continuación sigue una enumeración)
1.- Está vacía con barrotes verticales en su puerta. Es un cuadrado de un metro por un metro con seis metros de alto. Tiene sangre seca en las paredes y un patrón circular de sangre en el techo;
2.- Celda en buen estado con ruidos adentro;
3.- Barrotes en diagonal cruzados. Habitación tubular larga. Ruido de gotas al fondo;
4.- Similar a la celda 3;
5.- Similar a la celda 4, pero con sombras en el fondo. Hay una criatura de 4 brazos clavada a la pared, tiene 2 cuernos grandes y 2 más chicos;
6.- Barrotes verticales. Similar a la celda 1 pero no tan alta;
7.- Similar a la celda 6. Tiene marcas raras en la pared y el piso;
8.- Puerta maciza de metal frío.
9.- Igual a la celda 8. Bastante abollada de adentro hacia afuera. Dentro de esta celda se encuentra encadenado un Logocron.
10.- Similar a la celda 1;
11.- Barrotes verticales destruidos. Se trata de una sala derrumbada;
En el foso del medio hay un goristro que es alimentado con una babosa del río Styx que captura recuerdos. En el altar, debajo de un falso fondo, hay 50 pergaminos. La mayoría estaban escritos en algo similar al elfo antiguo (suponemos que es drow). Algunos de los que pudimos ver eran: “Las revelaciones de Raymur” escrito en celestial, algo sobre el alimento de las criaturas del infra oscuro, la descripción anatómica de una criatura no humanoide (que por los trazos parecía ser un diablo), vivencias del peregrinaje de 4 años de Turok, con texto intercalado en otro idioma, un libro de recetas, un manual de 12 pergaminos con detalle de cómo hacer gritar a un elfo, el Libro de exorcismos de Mereth, el apéndice de Mereth al libro de exorcismos, las "Enseñanzas básicas de Raymur", el Libro de Raymur que explica los efectos de la plata sobre los diablos, el "Libro de Raymur sobre comunidad y unidad", las memorias de un dragón capturado por diablos durante 100 años, que escapó y planeó una venganza (varios dragones, principalmente rojos, pasaron por algo así en los 2dos tiempos de conflicto) y por último 56 rituales arcanos para invocar diablos y cómo se los puede arruinar.

Dentro de una celda de puerta maciza pero medio abollada hay un Logocron llamado Yevareth, un diablo que tiene conocimiento de todo. A cambio de ser tocados por su lengua, nos cuenta que ese lugar es una prisión de una secta de Raymur, seguidores de Turok, que capturan diablos y demonios para torturarlos y obtener conocimiento. Yevareth nos ofrece la respuesta a una pregunta, la forma en que podemos conseguir ayuda en el infra oscuro y además, ofrece responder preguntas a cambio del nombre verdadero de quién pregunta. Los que ingresaron a preguntar son:
- Sarali, salió desconsolado. Averigua que su hija, Densepen, es prisionera de un efreeti en el plano del fuego.
- Bongun, salió desconsolado. El y Yuser buscan la antigua ciudad de Glorkral y deben levantar una maldición.
- Dernwick, salió enojado, ya que el Logocron le dice que él no posee un nombre verdadero.
- Ceredan, salió desconcertado. Tiene un problema con una maldición familiar que hace que todos mueran a una determinada edad. Fue generada por una bruja de los hielos al este de Sternia.
- Sigfrid, salió desahuciado. Conoce de la existencia de Bhanukopa, el dragón que está detrás del estado de sitio y los otros dragones de los toloi.
- Ralminiarrak, salió contento. Dijo haber obtenido información sin nada a cambio. El Logocron le confesó que el carcelero es un drow bastante entrado en años. Y agrega que por supuesto, tarde o temprano se liberará de estas cadenas y buscará vengarse.
    Al término de esa ronda de preguntas, conforme las indicaciones de Yevareth, regresamos por el túnel que nos llevó a esta sala y tomamos el túnel que está unos metros a su derecha. Luego de varias vueltas y codos caminamos por una plataforma semi visible por sobre un pequeño lago hasta detrás de la cascada, donde encontramos una escalera oxidada que asciende.

La Compañía Audaz

    El tránsito por el mundo subterráneo no tenía fin. Las fosforescencias de los hongos iluminaban rostros silenciosos. El temor había crecido, las recientes pérdidas de compañeros y el recuerdo de dramáticos encuentros no eran alentadores. Los decesos resignificaban las palabras que supo decir Ganric oportunamente: “...aquí todos estamos librados al azar…”. 

    La marcha, a pesar del dolor, continuó. Nuevos codos y giros se proyectaban delante de la compañía con sus precipicios y escarpados pasos. Desde las alturas del irregular terreno las pocas luminiscencias permitían apreciar la escasa flora y fauna propia de la oscuridad que proveía el sustento, el cual con ingredientes improvisados, que no siempre daban buen sabor, sostenían a los sobrevivientes de Hasti Laatus. En su andar equívoco el frío y el pudor pasaban casi desapercibidos ante los habituales encuentros con insectos gigantes. La desnudez de algunos se reflejaba en el ánimo de todos por encontrar descanso, ánimo que se desvanecía jornada a jornada. 

    Al dejar atrás el pozo de Dernwick, todos comenzaron a marchar cerca de los suyos. Así se armaron columnas de enanos, de elfos, de humanos y de pequeños grupos de otras razas. Los enanos eran liderados por Belin PrimerTrono, pero desde su deceso se abrieron a comunicarse con otros. Así Yuserd, por su lado, comenzó a relacionarse con Siegfrid además de fortalecer el vínculo con Glodin. Lo que llevó a unirla con los primeros integrantes del grupo que se formó tiempo atrás en Calistenia. Ralminiarrak por su lado trataba de encontrar la forma de entablar un canal con Jax-ur -un elfo cuyo linaje asciende a los tiempos anteriores a que las Cortes se instalaran en Calistenia- así como ya lo tenía con Niben, Sarali y Ganric. Iriador, en tanto, se acercó a Berlaus por la destreza que demostró en diversos enfrentamientos. El entusiasmo de Orgald lo unió a Humaro, Belera y a Dazin. Nippur trató de acercarse a los más callados, Gantent, Crisco, un semi elfo y a Ceredan. Los enanos Bongun y Barent poco a poco fueron tras los pasos de Yuserd, aún vivía en ellos la imagen de Magrim. 

    Lo impredecible de los sucesos forjó un vínculo muy fuerte entre todos. En una ocasión, luego de resultar victoriosos de un enfrentamiento con unos seres de las profundidades, se hicieron con un buen botín proteico y decidieron hacer un asado, el asado de las profundidades, así lo llamó Orgald. Sus cuerpos necesitaban alimento rico en calorías. Ralminarrak improvisó un asador junto a Dernwick mientras el bardo animaba a todos sentados alrededor del fuego con drapas sobre diversos héroes de Andalas hasta tanto estuviera cocida la carne. 

- Me llamo Saralí - el gnomo con su voz melódica irrumpió parándose durante la interpretación de Orgald - vengo de Sitacia, de Jardín de Mar. Estaba, estoy….es decir, partí hace tiempo en busca de mi hija. Y como todos y muchos otros más he terminado prisionero del cabalgabestias en Hasti Laatus.  

    Las palabras de Saralí daban cuenta que aprendió la lengua común del comercio mientras recorría vaya a saber qué caminos en busca de su hija. Orgald continuó cantando famosas drapas de gnomos, drapas esternias, de los elfos y de los grandes héroes enanos pero en un tono más bajo tratando de animar a otros a imitar al gnomo y hablar. El fuego de pronto se volvió un fogón con un cajón de madera que Iriador arrojó. Y luego con otro, las llamas se animaron aún más con andrajos y viejos cajones de madera encontrados entre los elementos que componían el botín, las llamas se elevaron. 

- Me llamo Iriador Casa de las Voces -  ante el crepitar de las llamas el elfo continuó con la propuesta de Saralí - provengo junto a mi hermano de Calistenia. Nos encontrábamos en una cena cuando hubo un ataque sobre la Ciudad. Sin poder hacer mucho terminamos en Hasti Laatus. 

- El fuego…, - dijo Orgald - conozco y he visto muchos pueblos que le dan un sentido único a este tipo de rondas alrededor del fuego, quizá universal. Nuestros escaldos dicen que esta actividad es algo típico en la mayoría de las culturas. Hay muchas historias de amor, muchas tragedias y grandes acontecimientos que han sucedido alrededor de una chispa, por lo que seguramente…nosotros lo hemos aprendido de alguna otra cultura, anterior…más antigua que ya ha pasado por esta experiencia, la cual ciertamente es un momento inolvidable que es atravesado por los sentimientos más variados, eso me recuerda a la drapa del gran campeón….

- Así  es. - dijo Dernwick mirando las ondulaciones de las llamas, interrumpiendo al bardo-. Como Orgald, también vengo de la región de Esternia. Soy un hombre muy apegado a la naturaleza. Veo este momento y siento que el fuego nos llama a unirnos, a mirarnos a los ojos y dejar lo individual para encontrarnos y lograr con ello, la misma naturaleza del fuego, ofrecer calor al otro. 

- “Nos encontramos en las cercanías a los nervios de las profundidades, en el infraoscuro. Un lugar en donde ciertamente, aquí todos estamos librados al azar si es que actuamos de forma individual. Debemos estar unidos, ser como una manada” - dijo Ganric sumandose a las palabras de Dernwick.

- Es cierto - dijo Glodin con solvencia -, Ganric tiene razón debemos ser unidos. Debemos ser …una Compañía…

- ...La Compañía Audaz - dijo Siegfrid poniéndose de pie y alzando un puño con convicción y gritó lleno de energía - ...SI, ¡seremos la luz en esta oscuridad!

- Viva la Compañía Audaz - dijo Iriador -  con una sonrisa tratando de contagiar a todos. Orgald aprovechó la ocasión y con silbidos y golpes de percusión improvisó una drapa para conmemorar el nacimiento de la compañía.



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(English version)
The Bold Company

    The transit through the underground world had no end. The phosphorescences of the mushrooms illuminated silent faces. The fear had grown, the recent loss of companions and the memory of dramatic encounters were not encouraging. The deaths resignified the words that Ganric knew how to say opportunely: "...here we are all left to chance...". 

    The march, despite the pain, continued. New elbows and turns projected ahead of the company with their precipices and steep steps. From the heights of the irregular terrain, the few luminescences allowed us to appreciate the scarce flora and fauna typical of the darkness that provided sustenance, which with improvised ingredients, which did not always taste good, sustained the survivors of Hasti Laatus. In his mistaken walk, the cold and modesty went almost unnoticed in the face of the usual encounters with giant insects. The nudity of some was reflected in the spirit of all to find rest, spirit that faded day by day. 

    Leaving Dernwick Well behind, they all began to march close to their own. Thus, columns of dwarves, elves, humans and small groups of other races were formed. The dwarves were led by Belin FirstThrone, but since his death they opened up to communicate with others. Thus Yuserd, on his side, began to relate to Siegfrid in addition to strengthening the bond with Glodin. What led to join her with the first members of the group that was formed long ago in Calisthenics. Ralminiarrak for his part tried to find a way to establish a channel with Jax-ur -an elf whose lineage goes back to the times before the Courts settled in Calisthenics- just as he already had with Niben, Sarali and Ganric. Iriador, meanwhile, approached Berlaus because of the skill he showed in various confrontations. Orgald's enthusiasm united him with Humaro, Belera, and Dazin. Nippur tried to approach the quieter ones, Gantent, Crisco, a half-elf, and Ceredan. The Bongun and Barent dwarves gradually followed in Yuserd's footsteps, the image of Magrim still lived in them. 

    The unpredictability of events forged a very strong bond between everyone. On one occasion, after being victorious in a confrontation with some beings from the deep, they got hold of a good protean booty and decided to make a roast, the roast of the deep, that's what Orgald called it. Their bodies needed high-calorie food. Ralminarrak set up a spit alongside Dernwick while the bard cheered everyone seated around the fire by draping drapes over various Andalas heroes until the meat was cooked. 

- My name is Saralí - the gnome interrupted with his melodic voice, standing up during Orgald's interpretation - I come from Sitacia, from Jardín de Mar. I was, I am… that is, I left a long time ago in search of my daughter. And like everyone and many others I have ended up a prisoner of the beast rider in Hasti Laatus.  

    Saralí's words revealed that she had learned the common language of commerce while traveling who knows what paths in search of her daughter. Orgald continued to sing famous gnome drapes, sternian drapes, of the elves and of the great dwarven heroes but in a lower key trying to encourage others to imitate the gnome and speak. The fire suddenly became a stove with a wooden crate that Iriador threw. And then with another, the flames further animated with tatters and old wooden crates found among the items that made up the loot, the flames rising. 

- My name is Iriador House of Voices - before the crackling of the flames the elf continued with Saralí's proposal - I come along with my brother from Calisthenics. We were at dinner when there was an attack on the City. Without being able to do much we ended up in Hasti Laatus. 

- The fire…, - said Orgald - I know and have seen many towns that give a unique meaning to this type of rounds around the fire, perhaps universal. Our skalds say that this activity is typical of most cultures. There are many love stories, many tragedies and great events that have happened around a spark, so surely... we have learned it from some other, older... older culture that has already gone through this experience, which is certainly a unforgettable moment that is crossed by the most varied feelings, that reminds me of the drape of the great champion….

- That's how it is. Dernwick said, looking at the rippling flames, interrupting the bard. Like Orgald, I also come from the Esternia region. I am a man very attached to nature. I see this moment and I feel that the fire calls us to unite, to look into each other's eyes and leave the individual to meet and achieve with it, the very nature of fire, offer warmth to the other. 

- “We are in the vicinity of the nerves of the depths, in the infradark. A place where certainly, here we are all left to chance if we act individually. We must be united, be like a pack” - Ganric said, adding to Dernwick's words.

- It is true - said Glodin with solvency -, Ganric is right we must be united. We must be…a Company…

- ...The Bold Company - Siegfrid said standing up and raising a fist with conviction and shouted full of energy - ...YES, we will be the light in this darkness!

- Long live the Audacious Company - said Iriador - with a smile trying to infect everyone. Orgald took advantage of the occasion and with whistles and percussion blows he improvised a drape to commemorate the birth of the company.



Ralminiarrak House of Voices - Ralminiarrak Casa de las Voces


(english version)

Ralminiarrak House of Voices, member of the Blue House of Calistenia. Dedicated to helping those displaced by the recent invasion of the Toloi dragons, he built a small settlement on the outskirts of the city where he himself took care of cooking and helping the refugees. In his culinary apprenticeship, he picked up a book by mistake. Being in him a habit he read it and cast his first spell. His innate magical aptitude led him down a path he hadn't imagined.

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(version castellano)

Ralminiarrak Casa de las Voces, miembro de la Casa Azul de Calistenia. Dedicado a socorrer a los desplazados por la reciente invasión de los dragones toloi, construyó en las afueras de las ciudad un pequeño asentamiento en donde el mismo se ocupada de cocinar y ayudar a los refugiados. En su aprendizaje en el arte culinario, tomó un libro por error. Siendo en él un hábito lo leyó y conjuro su primer hechizo. Su aptitud mágica innata lo llevó un camino que no había imaginado.





#chroniclesoftherod

    







El laberinto de la oscuridad

    La fuga de Hasti Laatus, de sus esclavistas y de la mina fue liberador. Pero significó asumir el costo de la libertad, el acarreo de los heridos, el peso del hambre, la urgencia de la sed, la oscilación de las temperaturas, la falta de abrigo como también aceptar las diversas amenazas que se presentaban, desde el más pequeño escorpión hasta los grandes terrores desconocidos que habitan esos túneles, todo eso era nada en comparación a la necesidad y la urgencia de organizar la compañía. Quizá el desafío más grande debido a la inexistencia de una lengua común entre ellos.

    Las primeras jornadas fueron caóticas, muchos escaparon desnudos, descalzos y sin posibilidad de ver en la oscuridad. En las dos primeras jornadas de marcha avanzaron a tientas, en la oscuridad absoluta tratando de evitar los peligros como también tratando de encontrar agua, principalmente agua. Derwick tomó el rol de guiar al grupo debido a su experiencia en la montaña, a su paso detectó un pequeño canal de agua detrás de una pared. Con picos y palas, lo único que llevaban, por indicación de su guía derribaron un costado del túnel que resultó ser frágil. Dentro encontraron un hilo de agua que se deslizaba formando en el medio del habitáculo un pequeño ojo de agua, el cual fue bautizado por la compañía como el pozo de Dernwick. Allí, entre la humedad de esas paredes descansaron dos jornadas para terminar de estabilizar a los heridos aprovechando ese tiempo para comenzar a conocerse y sobre todo para saber qué contribución al grupo podía individualmente hacer cada uno de ellos, fundamentalmente para organizar la compañía. Se estableció un orden de marcha y se dividieron algunas tareas conforme la especialidad de cada integrante. Aquellos que tenían la habilidad de lanzar hechizos llegaron a la conclusión finalmente luego de discusiones e intercambios que se encontraban en una enorme zona sobre la cual existía un poderoso campo antimagia, por lo que no había posibilidad alguna de recurrir a la magia dado que está se encuentra anulada, por lo tanto su contribución estaba reducida a las tareas más básicas. Durante la última jornada de descanso los efluvios de sangre de los heridos atrajeron unos gusanos que brotaron del pozo de agua y posteriormente, por el ruido que ocasionaron defendiéndose de ellos, un drider que deambulaba por la zona arremetió contra ellos, si bien fue una contienda dura resultaron airosos. En el inframundo no tenían descanso ni paz. La jornada siguiente los encontró marchando nuevamente, en el camino el grupo fue sorprendido por unos insectos de gran tamaño, todos pudieron reaccionar a tiempo para defender, pero no así Rogar que sin mejor suerte murió. La angustia ante la oscuridad permanente a la que muchos de los integrantes no estaban acostumbrados los perturbaba impidiendo, por un lado asimilar como corresponde el deceso de un compañero, y por el otro lado, cómo encontrar un respiro ante los sucesivos codos y bifurcaciones. Las contingencias dividían al grupo en el camino que se debía seguir e impedía discernir la dirección en la cual se dirigían. En sus tantas vueltas debieron sortear extraños acontecimientos como la aparición de un humo venenoso, de más insectos hambrientos y de deslizamientos de tierra. En aquellas inmediaciones se detuvieron durante casi una jornada, debían atender los cortes en los pies de quienes iban descalzos porque dificultaban marchar en silencio, ante lo cual decidieron reposar para remediar la situación, oportunidad en la que Ralminiarrak se consolidó como el cocinero de la compañía. Con pocos instrumentos le dió otro gusto a sus comidas. La cocina de los alimentos como sopa de hongos y algún que otro roedor o criatura devolvió una sensibilidad al grupo que estaba olvidando, no sólo el gusto, sino la idea de compartir un momento. De disfrutar con el otro apesar de las circunstancias. 

    Con un gusto diferente, al menos para el paladar, emprendieron la marcha, los riscos y cornisas eran todo un desafío. No todos eran atléticos, lo que exigió en algunos tramos difíciles que tres o cuatro miembros de la compañía ayudarán a otro a superar algún obstáculo. La cueva los sumergía en su interior, poco a poco fueron conociendo sus sonidos, sus quejas y sus dolores. Sin duda la iluminación del camino con luz mágica habría sido lo ideal aunque no la mejor opción, pero no tenían otra forma de movilizarse en esa espesa oscuridad que no fuese bajo la luz de las contadas antorchas que se llevaron desde Hasti Laatus. 

    Ante sus ojos las sombras proyectadas por sus pequeñas teas se desdibujaban, escapando y engañando a la vista. En esos giros bruscos de los túneles cayeron todos en una de esas trampas de sombras, una pendiente húmeda que se volvió un gigantesco tobogán los lanzó como rocas y terminaron en un piso inferior, la estruendosa caída no debió pasar desapercibida, ya que su eco resonó y se mantuvo largo tiempo retumbando a lo lejos. Cansados y golpeados buscaron un refugio en los nuevos túneles que se abrían delante de ellos. Se detuvieron el tiempo necesario para recuperar energías, como en todas las paradas el grupo se dividió, unos buscaron alimentos, otros alguna vertiente de agua para mantener los odres llenos y otros simplemente hacían guardia. Ralminiarrak se ocupó de preparar con lo poco que tenían algo de comer, Ganric atendió a los heridos y así pasaron las horas, cada uno con una actividad. No había mucho tiempo para hablar y además no era lo aconsejable. Emprendieron la caminata con la única esperanza de no tomar un túnel de regreso a Hasti Laatus. Estaban en búsqueda de su libertad sin una dirección específica, en plena lucha por ella contra todo un ecosistema para el cual ninguno estaba preparado, en el cual las paredes rocosas los escoltaban interminablemente, ninguno excepto Derwick, quién sabía apreciar los pequeños detalles de los túneles para ubicarse. A él lo seguían y escuchaban, en cada bifurcación el esternio se frenaba, meditaba cómo continuar y las veces que no estaba convencido alertaba al grupo. Así fue cuando los guió gracias a su audición a un arroyo que bautizaron como el arroyo de la Olla, en él pudieron rellenar los odres y disfrutar de agua fresca. El tumulto que hicieron alertó a un gusano que los atacó y pudieron repeler con dificultad obligandolo a huir. Continuaron siempre en la adversidad marchando, en esta oportunidad, por diversas dificultades del camino iban por el río contra la corriente, siendo imposible reducir los sonidos debido a los gritos que necesariamente debían expresar para ayudarse mutuamente en su paso por esas aguas levemente fuertes, su posición de vulnerabilidad fue aprovechada por cuatro driders que se lanzaron sobre ellos. El combate fue cuerpo a cuerpo, aquellos que no luchaban, sujetaban a quienes lo hacían para que no fuesen arrastrados por la corriente. Luego del enfrentamiento el agotamiento los llevó a buscar reparó, pero tuvieron que tolerar el dolor hasta más allá del fin de la jornada.

    Cada paso en la inmensa oscuridad tenía un significado muy simple: vivir o morir. No podían darse el lujo de relajarse, ni aún cuando descansaban. Su carácter fue haciéndose más irascible, Ceredan, un semielfo había tornado a una posición violenta. Los nervios los llevaban a la desconcentración del entorno, permitiendo, como sucedió, que por sus espaldas reapareciese el gusano que había huido. Los reflejos de Nippur de Agrias evitaron que fuesen sorprendidos por la viscosidad del insecto y que a la postre cayeran de la angosta orilla a las aguas del canal cuyo caudal ya era más intenso. Librados del gusano, unos cien pies de gran tamaño intentaron ir por ellos, rápidamente haciendo una cadena de manos y pasaron a la otra orilla para dejarlos atrás, caudal mediante, y continuar el paso en procura de un lugar para reponerse. Terminado el descanso avanzaron por la nueva orilla, marchando sin descubrir nada diferente en ese lado, las rocas continuaban siendo las mismas que no cesaban en acompañarlos, durante alrededor de una jornada completa finalmente se detuvieron en un amplio cuenco por una serie de ruidos que escucharon, la bautizaron como la orilla siniestra. En ella se libró una de las más duras batallas. Belim, un enano descendiente de reyes, los libró del ataque de un grupo de estirges dejando su vida. Las antorchas que estaban en condiciones las utilizaron para hacer el mejor funeral a Belim PrimerTrono, Glodin Piernacero dijo unas palabras y cerró gritando a viva voz: “¡Belim que Althiof te tenga siempre en la gloria!”. 

    El silencio de aquellas voces que ya no los acompañaban, como Rogar y Belim entre otros, se iba transformando en una carga en la mente de todos. Sin otra forma de avanzar que no fuera, nuevamente, por el arroyo contra corriente, un camino duro que los llevó a descansar en los pequeños cuencos de la roca que orillaba en grupos separados. Sostuvieron esa marcha durante tres jornadas, sin luz y sin comida, guiados por Derwick. La orilla izquierda descendió abruptamente y con ella la irregularidad del lecho modificó la corriente del río subterráneo, agitándolo. Sin despegarse de la orilla lograron ascender nuevamente a un sendero paralelo al río con una nueva novedad, las enfermedades de la caverna comenzaron a afectarlos, el frío, los hongos y la fiebre se manifiestaron entre algunos de ellos. Como si fuera poco, el paso se interrumpió con unas criaturas hambrientas que se lanzaron hacia ellos en plena oscuridad. Jaxur, el cojo, Belarus y Sigfrid salieron en defensa del grupo con una valentía que no olvidarán. Su arrojo permitió buscar un lugar para descansar, pero sobre todo para darle un último reposo a Sirine, quién muy enfermo ya no podía resistir la intensidad de la travesía. Derwick propuso tomarse un descanso en honor a Sirine y buscar alimentos dado que todos estaban exhaustos, con hambre y sobre todo cansados de la oscuridad y sus secretos. 

    Luego de orar por Sirine, levantaron campamento y retomaron el camino. El agua del río corría con velocidad, ya no era ese caudal relativamente tranquilo de un principio, continuaron a su lado caminando ya sin noción de los días, todo se resumía a una mera sucesión de jornadas de largas caminatas y dificultades, algunas negativas y otras positivas, como cuando Dernwick alertó por un ruido que se fue haciendo más fuerte y se fue transformando en un sonido percibido por todos, mientras presenciaban la formación en el río de unos rápidos que tomaban gran velocidad para luego de unas vueltas largas dar finalmente con el origen del ruido, un salto de una gran catarata. El camino por la orilla de esos rápidos se transformó en una saliente, en un balcón hacía la caída de las aguas que tumultuosas elevaban su humedad. La contemplación de la caída hipnotizó a todos excepto a Belarus, quién percibió de uno de los túneles que se abrían desde el balcón a sus espaldas un ruido que se aproximaba, rápido de reflejos el guerrero se deslizó entre sus compañeros y ante el salto de una figura desde uno de los túneles le asestó un golpe mortal, limpio. El oso blanco que yacía en el suelo en esas cavernas llamó la atención de todos pero aún más las tenebrosas sombras que a la distancia se proyectaban gracias a la fuerte luminiscencia de una colonia de hongos que cubrían un largo trecho de la caverna hacía adelante. Decidiendo no molestar a las sombras encontraron en el camino que seguía a la cornisa un claro en el cual descansaron. Lo prepararon para tomar un buen descanso, aprovechando la ocasión, Ralminiarrak preparó la carne de oso y sentándose en una ronda cada uno contó su historia disfrutando un rico trozo de carne asada, sin duda un manjar muy superior a la sopa de hongos y carne de murciélago a la cual ya estaban acostumbrados. Quizá haya sido el sonido de la catarata que proporcionó una cortina a los ruidos, quizá haya sido el sabroso plato que tuvieron de comida, quizá haya sido el lugar escogido o quizá alguna otra cosa, lo cierto es que el descanso que tuvieron fue reconfortante. A la jornada siguiente se deslizaron por un túnel, del cual provenía una pequeña inundación. Atento Derwick observó el cambio de pendiente en el camino, un descenso por el margen izquierdo y un ascenso por el margen contrario. Luego de investigar y observar que por la derecha el río choca contra una pared y que al parecer caía por una catarata interna, la compañía optó por ir por el túnel en la dirección opuesta, es decir, ir pendiente abajo. En su recorrido observaron muchas cosas destruidas y al mirar arriba, por las paredes de la bóveda, vieron pasillos inalcanzables.

    El descenso por el estrecho túnel les recordó el día que escaparon apretados, desnudos, corriendo por sus vidas de los horrores de los seguidores de la quinta hija de Vania, de la Noche de los Mil Elfos, del cabalga bestias, de Hasti Laatus. Los recuerdos negativos se multiplicaban y los amedrentaban en la extensa oscuridad. El túnel los guiaba por una larga serie de curvas húmedas y sinuosas, para luego de una jornada de marcha forzada, terminar de conducirlos a un gran balcón del cual se precipitaba un abismo profundo.





Dernwick of Navhen - Dernwick de Navhen

   

(english version)

    He was born in the sternian town of Navhen, a coastal town at the foot of a mountain where a mountain range begins. An only child and quite pampered by his mother, a dressmaker, his father was a furrier.

    One summer day the town drunk, Pantaleón "el meón" -famous for farting and peeing on the doors of the neighbors' houses- dropped a bottle that broke and its ass acted as a magnifying glass in a bundle of alfalfa next to the stable. The fire started slowly, but once alive, it could not be put out and reduced the town to ashes. Only Dernwick survived. He seems then that he was only 8 years old and went from experiencing comforts to experiencing great deprivation finding refuge in the caves of the mountains.

    In the caves and ravines he led his life, there he met Not, a hermit who helped him survive and taught him to fend for himself in a wild and hostile world that he had never known before. At first he was kind of hard-headed, he couldn't find the strength to move forward. But hunger was stronger and after a few days of starvation he left the cave in which they lived and only caught a falcon with a stone hit on the head and just then, moved by appetite, he lit a fire and roasted it. Not amazed by the abilities of this little boy, he decided to take him as an adopted son. His ability to control fire helped him get through the cold winters typical of that northern region, in which he ended up adapting to the environment.

    At the time the dragons invaded Andalas and Not dies in an avalanche caused by the low flight of a white dragon, for which he is forced to seek refuge in Pisach, one of the cities that were organized to defend themselves. Accustomed to wildlife, it was difficult for him to find himself again in an urban life. Moved by the death of Not, who was a father like him, he decided to leave for the world to find a way to stop the incessant attacks of the dragons.
He left for Eltz, where he met Glodin and Siegfried.

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(versión castellano)     Nació en el pueblo esternio de Navhen, pueblo costero y al pie de una montaña en la que inicia una cordillera. Hijo único y bastante mimado por su madre, una modista, su padre era peletero.     Un día de verano el borracho del pueblo, Pantaleón "el meón" -famoso por ponerse en pedo y mearle las puertas de las casas a los vecinos- dejó caer una botella que se rompió y el culo de la misma actuó de lupa en un fardo de alfalfa junto al establo. El fuego se inició lentamente, pero una vez vivo, no pudo sofocarse y redujo el pueblo a cenizas. Sólo Dernwick sobrevivió. Parece ese entonces tenía sólo 8 años y paso de experimentar comodidades a experimentar grandes carencias encontrando refugio en las cuevas de las montañas.     En sus cuevas y quebradas llevó adelante su vida, allí conoció a Not, un hermitaño que lo ayudó a subsistir y le enseñó a valerse por sí mismo en un mundo salvaje y hostil que nunca antes había conocido. Al principio era medio cabeza dura, no encontraba fuerzas para avanzar. Pero el hambre pudo más y a los pocos días de pasar hambre salió de la caverna en la que habitaban y sólo cazó un halcón de un piedrazo en la cabeza y ahí nomás, movido por el apetito se prendió un fuego y se lo asó. Not asombrado por ls habilidades de este pequeño decidió tomarlo como hijo adoptivo. Su habilidad de controlar el fuego lo ayudó a pasar los fríos inviernos propios de de esa región del Norte, en la cual término adaptándose al entorno. Al tiempo los dragones invadieron Andalas y Not fallece en una avalancha ocasionada por el vuelo rasante de un dragón blanco, por lo que se ve forzado a buscar refugio en Pisach, una de las ciudades que se organizaron para defenderse. Acostumbrado a la vida silvestre le costó encontrarse nuevamente en una vida urbana. Movido por la muerte de Not, quien fuera un padre como él, decidió partir hacía el mundo para buscar cómo detener los incesantes ataques de los dragones. Partió hacia Eltz, en donde conoció a Glodin y Siegfried.


Glodin Steelleg - Glodin Piernacero


(english version)

    Originally from Falzak, west of Galur, I set out with my family, members of Clan Steellegs, and another large contingent of fellow dwarves, including clerics, on a religious mission.

We were supposed to pass through Benden (it was once the cradle of the most important religions in the human world) and we were stranded there. My companions built a small temple and decided to stay in the city to help all the refugee dwarfs.

Siegfried de Bahía Grande

Siegfried es hijo de una familia de pescadores oriunda de Bahía Grande. Su padre era un guerrero veterano que se había retirado luego de una vida de luchas para cuidar de su familia. Solían salir de caza junto a Siegfried y su hermano mellizo. Y aprovechaban esos momentos para aprender algunas técnicas de combate de su padre. 

El estado de sitio en Andalas, producto de la incursión de los dragones toloi, encuentra a Siegfried con la edad suficiente para alistarse en la Academia de Paladines de la ciudad de Resistencia. Sus deseos de enfrentar a los dragones y luchar por Andalas como lo hizo su padre le quitaba el sueño. Sus ganas lo llevaron a convencer a su hermano para ir juntos y luchar contra esta nueva amenaza.

Fueron duros años de entrenamiento que lamentablemente en su tramo final no terminaron de la mejor manera, dado que en la prueba final su hermano falleció luchando contra un dragón rojo. La culpa inundó a Siegfried, quién terminó abandonando la Academia. Huyó hasta Benden, donde totalmente perdido y fuera de sí, se dejo llevar por los vicios más bajos. Se entregó al alcohol y a las apuestas. Sin embargo aún en su estado, las enseñanzas de su padre respecto al código de honor afloraban cada vez que Benden era asolada por algún grupo de forajidos que aprovechaban el caos generalizado en el continente para incursionar en las ciudades libres. 

En esos momentos, y apesar de su estado, quizá movido un poco por la culpa, Siegfried no titubiava, sus ojos se encendían y salía a dar batalla para defender las puertas de Benden. Algunos lo consideraban un valiente, otros en tanto, sostenían que salía a buscar a la muerte, a desafiarla, apostando su vida. Unos pocos, los ancianos, decían que era un caso perdido, una desgracia ver una espada tan noble caer tan bajo. 

Estos comentarios no llegaban a Siegfried, y de hacerlo éste no hubiese reparado en ellos. Lo cierto es que trabó amistad con otros entusiastas defensores de la puerta de Benden. Su vínculo más estrecho fue con Toregal, ya que con él pasaban las noches deambulando por las calles hasta terminar despertando en más de una ocasión con baldasos de agua de enojadas mujeres, sino era que se encontraban totalmente embriagados durmiendo en algún establo.

Toregal le confesó que su sueño siempre fue unirse a la guardia oficial de Benden, pero el destino no lo quiso así. Porque nunca pudo evitar ir a las tavernas. Su poca disciplina impidió cumplir su sueño. También le contó sobre la leyenda de la espada de Durham. El caballero que fundó la casa de los Lirios en Laelith y derrotó a los dragones que azotaban la región hace más de cien años con el legendario bracamante. Siegfried retribuyó el gesto y le contó su historia, sobre la muerte de su hermano. Se juraron tratar de evitar el alcohol y encausar sus vidas para cumplir sus sueños.
 
Los asedios de forajidos y extrañas bestias continuaron. Y su amistad fue creciendo. Pero un día, Toregal comentó a Siegfried que lo aceptaron en la guardia de Benden. Y éste se ofendió porque no le compartió antes esa noticia. Su relación se enfrió y tomaron distancia. 

Siegfried recayó en sus vicios nuevamente con mayor intensidad y a pesar de ser una de las mejores espadas de Benden, aún así, la guardia debía de intervenir cuando se pasaba de copas para evitar quejas de los taverneros ya que era muy complicado negarle el asiento en las apuestas. 

Su frustación aumentó cuando vió a Toregal adquirir un bracamante, perfectamente balanceado, con grabados del caballero Durham del Lirio. Su enojo y culpa se profundizaron y la única forma de sacar sus sentimientos hacia afuera era desenvainando su espada. Era la forma de conectarse con lo poco que quedaba de él, quizá con lo último, con su talento. 

En el peor ataque que hubo en la ciudad durante ese año, su formidable espada reposaba sobre el heno, dura como una cuba. Ni gritos de espanto ni el fuego lo despertaron. Hasta que lo escuchó. Ese rugido que le recordó su primer sueño. Rugido por el que Siegfried juró defender Andalas hace mucho tiempo mientras entrenaba en la Academia de la Ciudad de Resistencia. Ese rugido que se llevó a su hermano. De un salto se repuso, metió la cara en un balde lleno de agua sucia e instintivamente salió al encuentro de la terrible bestia. Un gran dragón rojo se había topado con la ciudad. La había consumido. La vista era desoladora, fuego y cenizas por doquier. El grito de las madres buscando a sus hijos. La desesperación de los mutilados. Y entre los caídos Toregal, su amigo. 

Siegfried cayó de rodillas, pensó en su hermano, en Toregal. Pensó en como él, al esquivar su juramento, al caer en sus vicios, al dejar al azar hacer la peor parte, perdió su apuesta. Perdió permanentemente ante aquello que puede enfrentar, que está entrenado para enfrentarlo. Todo por no hacer nada, por emborracharse. Por huir. Por cobarde. Entre lagrimas culposas, tomó el bracamente de su amigo. Y le juró que recuperaría su honor y que dedicaría su vida a librar Andalas de los dragones.
 
La ceniza y el humo cubrieron su partida. 



La Noche de los Mil Elfos


Unas amarras oscuras de musgo surcaron el aire hacia los navíos que ya estaban cargando los remos. En la bodega, debajo de la línea de flotación se escuchaba crujir el casco como si rompiese huesos, prensándolos contra el fondo rocoso. Desde la planchada del buque se podía apreciar un puerto precario con una rambla de piedra y una pequeña instalación escoltada por unos pilares con marcas. A lo lejos, más allá de unas carpas tenuemente iluminadas en la proximidad del atracadero se podían ver las siluetas de cuatro o quizá seis construcciones que sobresalen por encima del asentamiento que era un poco más que rústico. La más alta era una especie de faro o torre sobre la que giraba una sombra, ante la cual un murmullo se elevó: el cabalga bestias - decían con temor. A medida que descendían los cientos de sometidos, la poca iluminación permitió apreciar esas marcas en los pilotes con mayor detalle, eran oraciones adornadas con cadenas y picas dedicadas a Khelifi, la quinta hija de Vania, diosa de la perfección, la tortura y la esclavitud, que anunciaban la entrada a un mundo de castigo y sumisión.


A latigazos descendieron y formaron filas los cautivos, y se encolumnaron detrás de las carpas, en ellas los prisioneros fueron marcados e interrogados y de acuerdo con sus habilidades fueron distribuidos conforme las necesidades de trabajos y tareas requeridas. No importaba si eran mujeres o niños o ancianos, todos podían cumplir una tarea. Glodin fue el primero en pasar por la carpa y fue enviado a una de las instalaciones que no cesaba de trabajar, la forja. Luego fue el turno de Iriador, a quién escupieron y molieron a palos para finalmente enviarlo a la mina. Siguió Dernwick que fue enviado también a la mina. El siguiente fue Nippur quién fue golpeado casi a muerte y lanzado a un pozo. Siguió Sigfrid que fue llevado para transportar agua, luego Ralminiarrak que siguió la suerte de su hermano, ser sometido, golpeado y enviado a quizá uno de los peores castigos, la mina y por último Orgald, de quién no se supo su destino. La compañía fue separada. Cada grupo fue llevado a un lugar diferente a cumplir tareas diferentes en donde debía sobrevivir de una forma diferente. El líder de la ciudad, el cabalga bestias, aquel que monta un tigre alado con alas espectrales, observaba como todos los días se repite la misma rutina: A la mañana rezar a Khelifi, cargar el odre e ir a trabajar. A la tarde, rezar a Khelifi y cargar el odre o solamente seguir trabajando.

Divididos, Ralminiarrak, Iriador y Dernwick fueron a la mina en donde se integraron a una cuadrilla. Sus capataces les alcanzaron el pico y la pala para qué como todos los demás prisioneros, extraigan el metal. Casi sin ropa, con un odre y una manta comenzaron su primer día en la mina. A media jornada un goblin se acercó a Ralminiarrak y comenzó a increparlo, el elfo estaba muy débil y no lo comprendía. La situación sorprendió a todos, comenzó a gritarle exigiéndole más velocidad con ademanes, aquellos que conocían al mago lo vieron realmente decaído. Sin importar su estado y al no haber respuesta el carcelero de turno azotó a Ralminarrak, lo hizo arrodillar a puro golpe, para que acelere su trabajo. Haciendo un gran esfuerzo, entre sangre y lágrimas, para evitar más latigazos el mago reanudó su tarea, pero no se libró de unos cuantos gritos más. Finalmente el goblin de cara ancha y rojiza se dió por satisfecho. A la hora de la distribución de comida Iriador y Dernwick se acercaron.

  • ¿Qué pasó hermano? - Inquirió Iriador.

  • Estoy bien. Sólo que al ingresar aquí he sentido una gran distorsión. La magia no funciona aquí. Creo que eso me ha afectado. Pero ya me repondré - respondió con un gesto de dolor y cansancio.


A la jornada siguiente la novedad diurna causó un alboroto, un minero de la cuadrilla vecina apareció muerto de un picazo. Lo confuso de la situación llevó a que los internos comenzaron a juntarse pidiendo por su vida, tenían miedo, pero esa pequeña revuelta fue sofocada por los guardias. Esa misma jornada, un poco más tarde, para sorpresa de Derwick, quién trajo los baldes de agua para rellenar los odres era Sigfrid. Iriador se alegró y lo saludó, ganándose una serie de largos latigazos por hablar. Mientras era duramente azotado Sigfrid comentó rápidamente a Dernwick lo que sabía. “Glodin está en la forja y Nippur en un pozo prisionero como otros tantos. Orgald no lo sé” eso repitió el esternio a los elfos. Los días comenzaron a pasar, Ralminiarrak se recuperó de los golpes pero lentamente al igual que Iriador. En la mina el trabajo era duro y peligroso, a la noche o más bien al momento del fín de la jornada algunas antorchas de la mina se cambiaban para aumentar su brillo sólo por prevención dado que de las grietas del túnel, se decía entre los esclavos, suelen aparecer problemas, criaturas hambrientas o grupos de cacería drow. Además otro de los problemas eran las peleas entre los mineros, eran muy comunes, por el agua, por el lugar de picado, por una mirada delatora y por el sometimiento diario a rendir homenaje a Khelifi. Al principio todos se resistían a orar pero la necesidad de cargar de agua al odre y descansar una hora se volvió necesario. Aquellos que desafiaban las normas eran azotados por los guardias, especialmente por el “jeton”, como le llamaron al goblin de cara ancha, a veces hasta alcanzar una muerte deseada como único camino de liberación real. La locura se estaba apoderando de la mente de todos, si es que algunos ya no lo estaban.


Comunicarse dentro de la mina era muy difícil apenas se salía de la inmediación del yacimiento. Sólo Sigfrid podía llevar la información de una manera no muy fluida pero sí, relativamente libre. En la mina se enteraban que él estaba llegando porque los guardias le gritaban siempre lo mismo cuando se acercaba a cumplir con sus tareas habituales, acercar los baldes de agua. Los guardias le gritaban: - ¡Pelele!. Así lo bautizaron como “el pelele”, como a todos, lo descalificaban, nos descalificaban, buscaban quebrar nuestro espíritu. Muchos de los antiguos prisioneros ya estaban entregados a las vejaciones. Algunos accedían a ciertos trueques por tener unos días de descanso, tener dos odres de agua o dormir dos horas más. La alienación era real e impedía una comunicación dentro de la veta. Sin embargo, Iriador y Ralminiarrak encontraron la forma de aproximarse y conocer a otros prisioneros. El primero que conocieron y que aceptó el contacto fue Salari, un gnomo de la región de Sitacia, como ellos un adorador de Soraya, con quién luego de ganar su confianza conversaban en el momento de trabajo y cantaban a Soraya. Derwick trabó amistad con Niven y Umaro. De a poco la compañía audaz fue conociendo a todos los mineros y de ellos aprendió los secretos de la mina, su historia. Contó Umaro que durante los primeros tiempos de conflicto la diosa de la magia, conocida como la Dama de Plata murió en aquel lugar, y su sangre se había convertido en ríos y su cuerpo en hierro y plata. Así que estamos en una tumba. En la tumba de la magia - dijo Ralminiarrak. Los meses pasaron y la compañía pudo sobrevivir a la esclavitud la cual día a día padecía. Conforme informaba Sigfrid, Glodin en la forja estaba haciendo espadas. Se encontraba con un grupo de enanos, también prisioneros. Nippur seguía preso en el pozo, aparentemente no muere de hambre porque unos seguidores de Kidriss a la noche se escabullen y lo alimentan y Orgald es un misterio. 


En las largas jornadas de descanso, cuando cambian las antorchas, en la mina resuenan crujidos en las paredes y estallidos provenientes del túnel, unos ocasionados por derrumbes y otros mejor no preguntar, simplemente, esperar que se alejen. En esos momentos Iriador, Raminiarrak y Derwick aprovechan para conversar con el resto de sus compañeros y con las cuadrillas vecinas para obtener la mayor información posible para, conociendo la rutina matutina de Sigfrid, darle la información y lograr una comunicación más fluida sobre los acontecimientos aprovechando que se sumaban a esa cadena sus nuevos conocidos. En respuesta a esos esfuerzos de organización por parte de los audaces de la mina, los informes de Sigfrid se mantenían: “Nippur continuaba preso en el pozo. Glodin continuaba haciendo espadas, al parecer en la forja se escucha el rumor que va a haber un sacrificio de elfos desnudos, atados de manos con espadas largas, niños y mujeres incluidos, donde se va a invocar "algo" y luego una batalla de gladiadores. Se hará un gran evento llamado la Noche de los Mil Elfos. Por mi parte - dijo Sigfrid - Me hacen luchar en la arena contra otros. Me fuerzan a matar para no morir. Reconoció con dolor y tristeza”. 


La realidad de cada miembro de la compañía audaz era diversa y poco sabían en profundidad, el hecho de lograr ponerse en contacto de forma sostenida y recolectar información les dió ánimo para resolver e intentar la fuga durante la Noche de los Mil Elfos en dirección a la mina. El pelele comentó que Glodin identificó un traidor en la forja, lo que llevó a Iriador a tomar el mensaje y estar alerta, debido que quizá había otro traidor entre los mineros, cosa que podría afectar el plan de escape. Al término de esa jornada los rugidos de los dragones aumentaron, señal de que más barcos llegaban, se trataba solamente de prisioneros elfos, la preparación de la Noche de los Mil Elfos se hizo notoria, más barcos llegaban solamente con elfos que eran lanzados y acumulados a los pozos, cientos de vida apiladas esperando el horror de la muerte. La celebración de la Noche de los Mil Elfos contó Ralminiarrak a Sigrid es un ritual dedicado a Khelifi, que recuerda la noche en que los diablos atacaron a los elfos durante tiempos anteriores. Si no me equivoco faltan tres días - dijo Ralminiarrak. Debes avisar a todos. Será nuestra única oportunidad - terminó suplicando a Sigfrid. 


Como homenaje a su diosa en esa fecha, los esclavistas fueron en busca de todos los elfos de Hasti Laatus para ofrecerlos como sacrificio. Los hicieron marchar desnudos con las manos mañadas hacia una de las más grandes construcciones, el coliseo. Todos ingresaron a la arena por el túnel. Los miembros de la forja fueron ubicados cerca del reducto, allí Glogin y el resto de los herreros pudieron comprender para quienes habían sido todas esas espadas que estuvieron fabricando, aquellos que se encontraban en las minas también fueron ubicados en el estadio. Solo quedaron ocupando los puestos de guardia muy pocos hobgoblin y muy pocos prisioneros en la mina, entre ellos Niven, Umaro y Dernwick. Había mucha expectativa en las gradas porque se trataba de un evento muy esperado. Sigfrid quedó cerca del único túnel de ingreso a la arena. Ante la señal del cabalga bestias comenzó la invocación de los diablos quienes aparecieron y sobrevolaron a los elfos. Ralminiarrak le dijo a Iriador que lo acompañe y comenzaron a entonar a viva voz una canción élfica de guerra que conmemoraba la lucha de los elfos contra los diablos. El sonido se esparció entre mil voces. Desnudos los elfos elevaron su voz suave y constante como una flecha hacía el corazón de Khelifi, enfureciendo a los diablos que se lanzaron sobre los elfos despiadadamente. Cuando los diablos atacaron al grupo que cantaba con mayor fuerza, Iriador y Ralminiarrak dieron la orden de atraparlos y sujetarlos. El diablo que se acercó a ellos fue sorprendido por docenas de elfos que saltaron con sus manos sueltas empuñando sus espadas, cayó el diablo y cientos de elfos se lanzaron sobre él. El estadio enmudeció, nunca en las veces que se realizó esta celebración había sucedido algo así. La irá del resto de los diablos se materializó en golpes mágicos sobre ese sector. Las gradas ardían con encendidos rostros de ira de los goblin y hobgoblin. Los elfos caían como hojas en otoño. No obstante, su resistencia fue tan formidable que otros diablos debieron ir a socorrer al caído. Las voces de los cantos aumentaban enajenando a los hobgoblin. La lluvia de proyectiles mágicos confirmó la reedición de la Noche de los Mil Elfos, sus explosiones vencieron la reja de la arena y una de ellas lanzó esquirlas a Glodin lanzándolo al piso. El fuego parecía animado por las voces y se precipitó por el pasillo superior e inferior y trepó por todas las paredes derribando palcos. El caos se apoderó del lugar, los prisioneros que estaban en las gradas vieron la ocasión y se rebelaron. En el momento de mayor confusión Iriador y Ralminiarrak junto a otros lograron escurrirse entre las multitudes agolpadas escapando por el reducto del estadio. En tanto Sigfrid, quién podía moverse sin inconvenientes por el interior del coliseo, entró a la sala de armas y tomó algunas, entre ellas, su bracamante, al volver al túnel principal vió la salida despejada pero del otro lado, hacia el estadio, vió a Glodin en el suelo con los ojos llenos de sangre, Orgald, milagrosamente, con él siendo amenazado por un goblin de gran tamaño que blandía su lanza. La ya ensordecedora canción de los elfos ocultó los pasos de los hermanos que venían corriendo por el túnel desde la arena y que de un salto clavaron sus espadas al enemigo y le susurraron al tiempo que caía al piso: Somos Casa de las Voces. ¡Compañeros por aquí! - gritó Sigfrid. 


El grupo que logró escapar del coliseo cruzó el asentamiento a toda velocidad. Dos guardias intentaron medirse con quien guiaba y conocía el camino más rápido hacia la mina, “el pelele”, pero en esta ocasión su bracamante respondió sediento de acción. Tomaron las armas y botas de los caídos y continuaron hacía la mina. Mientras la voz del canto de los elfos aminoraba y surgía el rugido de los dragones vieron unas sombras saliendo de un pozo. Era Nippur con sus compañeros. Sin tiempo para las introducciones se sumaron a la huida. Ante los ruidos, explosiones y cantos el centinela de la mina se distrajo y entre Dernwick, Niven y Umaro lo redujeron. Derwick, conforme al plan, comenzó a mover las rocas con que tapó el hueco de escape esperando la llegada del resto de sus amigos. 


La alarma ya había sido dada, los cazadores goblin ya estaban en plena persecución. La mina era su salvación, luego de ingresar por el pasaje lo obstruyeron como pudieron. La oscuridad al frente era abrumadora y los ruidos y chillidos en la retaguardia les daban ánimo para avanzar. Si bien es cierto que las antorchas delataban la posición, no había otra opción, debían huir. Solo existía una dirección, hacia adelante. Hacia la oscuridad.